Tendemos a pensar que WhatsApp es un territorio solo para desmentir bulos. Sin embargo, algunos medios lo utilizan como canal de noticias de servicio en catástrofes naturales o cobertura de elecciones. ¿Solo para esos hitos informativos? ¿No hay más? ¿Por qué no usamos WhatsApp para hacer periodismo?
Cuando coincidí en un congreso de periodismo con Clara Sánchez, cofundadora de Maldita.es, me dio el siguiente titular. “El periodismo no es consciente de que el 36% de la población consume información a través de WhatsApp”.
Venía a explicarme, con ello, por qué había que estar en la app de mensajería, y no solo para desmentir bulos, sino también para escuchar cómo se informa la gente y entrar en esas conversaciones.
“Si ahí solamente hay mentiras, y nunca la verdad, ganan ellos esa batalla”, finalizaba la cofundadora de Maldita.es.
No en vano, en la app de mensajería existen comunidades consumiendo información en grupos fiables pero también desinformación.
Son espacios privados que se quedan por debajo del radar de las redacciones, más acostumbradas al tra tra de la agenda informativa.
En WhatsApp, como en otras apps de mensajería, se establecen relaciones personales. No es una herramienta periodística. ¿O sí?
“Entrar como medio ahí es difícil. Sí es más fácil entrar como periodista. Pero, ¿cómo se mete el periodismo en un lugar tan privado?”, me explica José Manuel Noguera-Vivo, director del departamento de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica de Murcia.
Contacté con Noguera-Vivo para escribir este reportaje a través de un mensaje directo (DM): otra paradoja.
“Es curioso, que los periodistas usen Twitter para contactar con las fuentes; pero no actúen en WhatsApp para conectar con sus lectores”
Noguera ha publicado The (Private) News Sharing Report, un informe sobre el impacto de las apps de mensajería en el periodismo.

En él hace un recorrido por diversas experiencias de varios medios nacionales e internacionales.
“Los periodistas deberían entrar en la conversación de esas comunidades. No solo para actuar en labores de verificación”.
“Un buen número de esos lectores podría estar dispuesto a suscribirse a un medio, si se le da ahí buena información de servicio o se cubren intereses concretos de su comunidad”, señala.
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En su informe, recuerda que muchas redacciones usan WhastApp como canal de información de servicio en situaciones de catástrofes naturales o picos informativos concretos, como unas elecciones.
Univisión, por ejemplo, actuó así tras el Huracán Irma. The Washington Post, por su parte, creó un canal específicamente para cubrir los comicios en India.
The Telegraph, con los periodistas Danny Boyle y Chris Page a los mandos, envía también por WhatsApp un boletín sonoro –mensajes de audio- para sus suscriptores.
No obstante, el gran reto de los periodistas es otro: entrar en estas conversaciones privadas. Así lo detalla Noguera.
“WhatsApp no es una aplicación fácil de usar por parte de los medios. Pero tiene una ventaja, que puedes tratar al lector con nombre y apellidos. Cuando eres capaz de escuchar a esa comunidad, puedes anticiparte a las noticias que quiere”, añade.
Noguera explica que es una paradoja el hecho de hablar de “periodismo privado”, pero se muestra a favor de trazar esas relaciones de confianza entre el medio (o el periodista) y sus lectores.
Así, en su investigación enumera hasta 13 iniciativas periodísticas que han usado y usan la app de mensajería para conectar con sus lectores.
Básicamente, ahí están los fact-checkers como Verificado (México) o Maldita.es y Newtral en España, pero también otras propuestas.
Documented Semanal les envía a la comunidad hispana de Nueva York una newsletter con información sobre inmigración. El Tímpano tiene el suyo, pero a través de SMS.
Radio Ambulante, el podcast de Carolina Guerrero y Daniel Alarcón, además, incorpora ‘voices memos’ a su boletín para suscriptores.
¿Por qué no usamos WhatsApp para hacer periodismo entonces? ¿O sí se está haciendo?